Contemplando el paso del río Duero se encontraba una gruta eremítica visigoda donde en el siglo VI un noble soriano llamado Saturio tras fallecer sus padres y repartir toda su riqueza entre los pobres se fue a vivir. En este lugar y durante treinta años viviría de forma eremítica en un sobrio oratorio en honor a San Miguel Arcángel que con el paso del tiempo y tras ser beatificado por el Papa Benedicto XIV, cambió su nombre por el de San Saturio, siendo desde entonces el patrón de la ciudad de Soria. Tras encontrarse sus restos a finales del siglo XVI, estos fueron enterrados en el altar mayor de la ermita.
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